XXV PREMIO KLEMM

Noviembre 2021

Jurado de selección y premios :

Gabriel Baggio
Valeria González
Matilde Marín
Florencia Qualina
Javier Villa 

De soles y mundos.

            Transcurren las últimas semanas del año 2021 y podemos abrazar cierto optimismo. Los indicadores reflejan que la pandemia se encuentra en una fase de repliegue, y sabemos también que vivimos tiempos imprevisibles, que la gradualidad de las aperturas y la dicha que significa encontrarnos, va acompañada de la elaboración anímica del trauma colectivo que atravesamos. En esta circunstancia celebramos el XXV Premio Klemm, un acontecimiento significativo por muchas razones: su continuidad a lo largo de un cuarto de siglo a pesar de los vaivenes históricos argentinos; por la capacidad de responder al contexto abierto en 2020 y asumir la responsabilidad de dar continuidad a la vez que ampliar la convocatoria a escala nacional para artistas residentes en todo el país; y por ofrecernos -a través del arte y sus diversas materialidades-, un campo dinámico donde podemos experimentar de qué maneras habla nuestro tiempo.

Si volvemos sobre la historia del Premio Klemm encontramos no solamente a artistas emblemáticos que ingresaron a la colección de la Fundación por haber obtenido el primer o segundo premio (algunos de ellos son Carolina Antoniadis, Marina de Caro, Marcos López, Esteban Pastorino, Leo Battistelli, Ana Gallardo, Miguel Harte, Elba Bairon, Ad Minoliti, Max Gómez Canle, Adriana Bustos, Sebastián Gordín, Laura Códega); sino el ritmo de las profundas transformaciones estéticas, culturales y políticas vividas en estas décadas.

El jurado analizó 1476 inscripciones, una tarea ardua que tuvo como premisas estructurantes atender la paridad de género, a escenas federales y diversidad generacional. Nos hallamos ante un escenario en el que el lenguaje dominante claramente es la pintura; en menor medida videos, instalaciones, cerámicas y fotografía. Trabajamos durante meses hasta concluir en una selección definitiva de cuarenta y una obras. El proceso fue estimulante porque tanto los consensos como las divergencias fueron expuestas y argumentadas en diversas etapas que nos llevaron a mirar, pensar, percibir qué otras relaciones abrían las obras. Encontrarán así una selección colectiva intensamente meditada.

A grandes rasgos resultan visibles líneas conceptuales dirigidas por el trabajo en archivos en un registro amplio que va desde la reconstrucción (auto)biográfica, realizaciones a partir de found footage, capturas de episodios dentro de las memorias colectivas, revisiones sobre la historia argentina o específicamente inscriptas en la cultura visual en direcciones canónicas, laterales, regionales. Las elaboraciones sobre la época crítica que transitamos -la peste emerge solo como coronación infausta-, toman forma a través de diversos procedimientos que pueden rastrearse en las recuperaciones de saberes ancestrales, a través de evocaciones que enlazan lo humano con los elementos cósmicos: el sol, la luna, el aire y la tierra aparecen con insistencia; también la imaginación se despliega con ecos arquetípicos, surrealistas en muchas de las obras que integran esta exhibición.

Las obras premiadas sin dudas revelan y condensan aristas del pensamiento de nuestro tiempo. La instalación La Mantera de Mariana López, Primer Premio adquisición, está compuesta por pinturas y pequeñas piezas que replican con exactitud mercancías -barbijos, ropa interior, sandalias, cigarrillos, anteojos...- que se disponen a la venta en el comercio callejero. La obra traza con inteligencia múltiples relaciones que evocan la presencia de la inmigración africana;  el deambular urbano en una economía de supervivencia; el acceso a las marcas deseadas a través de la piratería; a la vez pone en el centro el trabajo artístico precarizado en las relaciones feriantes de la oferta y la demanda envueltas en la inestable vidriera de la autogestión. 

NIBIRU II de Federico Lanzi, Segundo Premio adquisición, es una composición mural de cerámicas esmaltadas a las que adhirió lustre de oro. Sin esfuerzo se une a la proverbial afección por la belleza que cultivó Federico Klemm a lo largo de su vida como artista y coleccionista. En esta obra se funden misteriosamente lo ornamental y lo atávico: las referencias a la pintura rupestre hechas de figuras animales o humanas dibujadas de manera sintética; constelaciones astrales; símbolos herméticos se cruzan con la mitología que rodea los avistamientos de naves extraterrestres.

La obra S/T de Donjo León, una de las menciones no adquisición, es un objeto realizado con sales  -cloruro de sodio, sulfatos de cobre y hierro-  sobre madera y pintura asfáltica que se inscribe en las meditaciones en torno a lo elemental.  La composición de relativa austeridad gestáltica lleva a reconocer figuras geométricas donde predominan las formas circulares, los pigmentos densos, ásperos que insinúan la naturaleza cíclica de toda sustancia viva y por ende a la misma pintura como organismo.

Verónica Melloni, Mención no adquisición, evoca el proceso de depuración de la materia en #49, una escultura de yeso tallado y lijado a mano. En la base y cúspide emergen dos corderos (quizás podamos hacer una breve digresión y recordar que el Agnus es emblema del sacrificio) separados por una columna elíptica, descascarada, rasgada, pulida hasta la laceración.

Gonzalo Beccar Varela, Mención especial del Jurado con Eclipse de Pinturanaranja captura los hipnóticos rayos de Helios interferidos por un rectángulo plano y naranja.  La escena es algo extraña, también lisérgica, podemos aventurar que invoque exorcizar la oscuridad y así no nos pase como a aquel que tentó a Fausto cuando dijo: “de soles y de mundos no se hablar, solo veo qué mal le va a los hombres”.

Florencia Qualina

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PRIMER PREMIO

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SEGUNDO PREMIO

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MENCIÓN

MENCIÓN

MENCIÓN

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MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO

MENCIÓN ESPECIAL DEL JURADO