XXVI PREMIO KLEMM

Noviembre 2022

Jurado de selección y premios :

Joaquin Barrera
Adriana Bustos
Marcos Kramer
Nancy Rojas
Graciela Taquini 

HUELLAS CONTEMPORÁNEAS

por la Lic. GRACIELA TAQUINI

 

 

La presente edición del Premio Klemm, verdadero acontecimiento anual, se encuentra atravesada por un gozoso espíritu pospandémico. Durante el año 2020, con la participación de mil seiscientos postulantes, se batieron todos los récords históricos; hecho que testimonia el intenso deseo de crear de nuestros artistas locales, aun en circunstancias extremas. En la actual convocatoria de 2022, se presentaron mil trescientas veinticuatro obras, superando ampliamente las estadísticas de los años previos al confinamiento.

 

Todo esto sucede en una temporada donde la Fundación se ha dedicado a celebrar las circunstancias inéditas de la vida y obra de su fundador, Federico Jorge Klemm, a través de la muestra en tres capítulos “Encantador de la noche”, con curaduría de Feda Baeza, Guadalupe Chirotarrab y Santiago Villanueva, producto de una larga y profunda tarea de investigación de obras, archivos, fotografías, documentos y testimonios. Todo esto, más la edición de una biografía, contribuye sin duda a agigantar la figura de un creador original, que reveló una inusual generosidad al dejar, expresamente, un legado que en un futuro enriquecerá nuestro acervo nacional. También fue su explícito deseo que se constituya un Consejo de Administración integrado por representantes de la Academia Nacional de Bellas Artes.

 

Al mismo tiempo, se pone de manifiesto cada vez más, la condición visionaria de quien tuvo la particularidad de anticiparse, tanto por su historia personal como por sus gustos estéticos, a los cambios culturales que vivimos en este momento, transformándose en un verdadero paradigma del presente.

 

Actualmente, se está realizando la edición número veintiséis del Premio Klemm, ese sueño de Federico que reafirma la continuidad del proyecto original y nace de un noble objetivo: poner en sintonía su colección internacional con obras de importantes artistas argentinos. Este evento se ha convertido en uno de los más respetados y codiciados de nuestro medio. Su prestigio, no solo se debe al atractivo económico, sino que además propone al ganador del Primer Premio de cada año, vivir la experiencia de una cuidada exposición de un proyecto original.

 

El jurado está integrado por artistas, como Adriana Bustos, ganadora del Primer Premio Klemm 2016, curadores, investigadores y gestores con amplia experiencia en museos públicos como Nancy Rojas en el Museo Castagnino Macro, Marcos Kramer en el Museo de Arte Moderno y Joaquín Barrera, muy activo en la escena contemporánea. En mi caso, como miembro del Consejo de Administración, represento a la Academia Nacional de Bellas Artes y asumo esta responsabilidad por tercera vez, siendo las anteriores en 2012 y 2017.

 

La modalidad adoptada para la tarea fue la virtualidad y el proceso llevó un considerable tiempo de visionado individual y reuniones con todo el grupo, que fueron coordinadas por Cintia Mezza. Se seleccionaron treinta y ocho piezas que finalmente fueron evaluadas en forma presencial el día antes de la inauguración. El comprometido momento de decisión tuvo lugar ante el despliegue expandido en tres salas con el diseño de exhibición de los directores de la Fundación; Valeria Fiterman y Fernando Ezpeleta. El conjunto se presenta paralelamente al último episodio de la épica de Klemm, “Opera Madre” en la Sala Bonino y la muestra individual de Daniel Basso, ganador del Premio Klemm 2020, “Metamorfosis del rubí”.

 

Algunas constantes de la selección afirman una fuerte presencia de artistas mujeres participantes. Territorialmente, prevalecen residentes en Buenos Aires y la Capital Federal, con excepciones notables. Esta vez hay algunos creadores muy jóvenes y algunos de larga trayectoria, muchos de los cuales tienen la particularidad de no haber sido habituales partícipes del premio. El mayor porcentaje lo representa la franja etaria de artistas entre treinta y cincuenta años. El Premio Klemm ofrece una gran visibilidad en un medio acicateado por crisis económicas y sanitarias.

 

Lo pictórico posee un gran peso en la muestra. La pintura y sus discursos, especialmente el formato cuadro, en variantes abstractas además de figurativas, destaca un particular gusto por la gran escala, al igual que las instalaciones, lo que denota una especial voluntad de monumentalidad en comparación con las obras de años anteriores. Sutiles vueltas de tuerca alrededor de géneros clásicos, como el retrato y la naturaleza muerta, se revisitan con una mirada actual.

 

El peso arquetípico de Federico Klemm convirtió su espacio en un lugar de culto y reflexión de la cultura LGBTTIQ+, y en ese sentido, en las obras presentadas y posteriormente elegidas, abundan las alusiones a lo trans, lo queer, lo porno, lo sado y hasta lo kitsch en distintas claves y propuestas.

 

La cuarta sala, en su penumbra azulada, alberga las piezas audiovisuales, con ejemplos de videoarte, instalaciones y propuestas digitales, demostrando la versatilidad, no solo en las miradas, sino en los tratamientos y formatos de lo contemporáneo, a partir de conceptualismos subjetivos y paisajes poéticos o políticos, acciones performativas que comprometen al yo con entornos críticos y distópicos o, por qué no, apelaciones glamorosamente irónicas.

 

La decisión del jurado frente a las obras concretas exhibidas en las salas fue armónica y coincidente. En forma unánime decidieron otorgar una mención de honor a Santiago Iturralde, cuya obra Las charlas sobre el arte son casi inútiles resulta un homenaje concreto al arte de pintar. En sus juegos compositivos se superponen dibujo y pintura, llenos y vacíos, representación y presentación.

 

Se premiaron tres menciones no adquisición. Los ganadores fueron Carrie Bencardino (1993), la más joven de las galardonadas, quién logra esta distinción por Antro cuir, una pintura de gran porte con fuertes imágenes de erotismo explícito. Otra de las menciones fue para Erik Arazi (1990), que presenta una instalación pictórica modular titulada Géminis, mientras que Marisol San Jorge, oriunda de Córdoba, se hace merecedora de la mención por su instalación Mojada donde despliega una inquietante imaginería de objetos y símbolos.

 

El segundo premio adquisición es para el artista Alberto Passolini (1968), con su obra Nadie sabe de lo mío. Su colorida y contundente instalación se vincula con sus investigaciones acerca de diversas fuentes de la historia del arte, que, según sus palabras: “prescinden de la pura cita”. Aquí produce relaciones de fondo figura, a través de un restallante empapelado ornamental donde se insertan estantes con objetos nacarados sutilmente eróticos, además de una pintura donde flota la figura de un putti renacentista.

 

El primer premio adquisición representa una elección muy significativa. Se trata de una pieza en blanco sobre blanco de Carlota Beltrame, una artista, docente e investigadora residente en su Tucumán natal. Esta obra, cuando se exhibió en la Casa Histórica de la Independencia de Tucumán, fue calumniada a través de fake news, enquistadas aún en “la teoría de los dos demonios”, donde se la clasificaba como un homenaje a la agrupación guerrillera Montoneros. Tanto la artista como la propia instalación lo desmienten en su poética metafórica, no solo desde su propio título: El revés de la trama, sino a través de su misma materialidad, que utiliza una técnica textil ancestral, denominada randa, como vehículo para desentrañar capas de significado, ocultas por el discurso hegemónico.

 

Hace veintiséis años que celebramos este premio cada vez más versátil y federal. Federico Jorge Klemm hubiera cumplido ochenta años y no dudamos que se sentiría orgulloso ante tantos logros y felicidad compartidos.

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Carlota Beltrame
Alberto Passolini
Marisol San Jorge
Carrie Bencardino
Erik Arazi
Santiago Iturralde